Pocos apellidos resuenan más fuerte que el de Araújo en la presentación del once del Barça en Montjuïc. «Uruguayo, uruguayo», le recibió la grada al inicio; y lo despidió a la media hora como a un soldado que lo ha dado todo en el campo de batalla después de ser expulsado. La complejidad arbitral de la jugada, si hubo falta o no, si era dentro del área y si merecía amarilla o roja, ocultó la esencia principal. El tercer capitán del Barça se precipitó en la acción. Llevado por las emociones del partido y la tremenda electricidad que rodeaba el Barça-PSG, decidió en décimas de segundo ir al cruce con Barcola. Araújo es así en los duelos, todo o nada. Dejó en manos de István Kovacks y este le mostró la tarjeta roja. Muchas voces consideran que el uruguayo debería haber evaluado más y considerado dejar que Barcola rematara ante Ter Stegen. El peor escenario posible después de la jugada era un empate 1-1, con el Barça aún por delante en la eliminatoria y once jugadores en el campo. La expulsión dejaba al Barça entregado a su suerte durante una hora. Como admitió Xavi, en el fútbol actual es «demasiada ventaja».
Xavi exoneró al uruguayo: «Araújo se aparta y Barcola se deja caer». La acción, sin embargo, generó mucho debate, especialmente en vivo. Repetido, el fútbol pierde valor y las acciones se relativizan. Al salir del campo, el central hizo un gesto de sentirse robado. Seguramente, sin embargo, habría preferido dar marcha atrás y seguir en el campo incluso con un empate 1-1. Pero, en esas décimas de segundo, consideró que lo mejor para el equipo, y eso es honorable, era intervenir en la jugada. No hubo consenso en el vestuario y en el palco del Barça sobre la acción de Araújo. Algunos creen que hizo lo correcto yendo al cruce, independientemente de si merecía ser expulsado o no. Otros piensan que debería haberse inhibido. Ilkay Gündogan fue claro al respecto en una entrevista posterior al partido: «En ese tipo de jugadas, debes estar seguro de que llegarás al balón. De lo contrario, dale la oportunidad a nuestro portero. Tantos minutos con diez jugadores te matan».
La jugada llega en un momento en el que el futuro de Araújo no está claro. Con contrato hasta 2026, Laporta recientemente expresó optimismo sobre una renovación que él mismo ha estado gestionando después de meses de distanciamiento entre las partes. La situación ha mejorado últimamente, pero el Barça necesita ingresar cien millones de euros antes de junio para equilibrar las cuentas. El uruguayo, siempre en las quinielas, no ha sido contundente sobre su futuro en sus últimas apariciones públicas, limitándose a decir que siempre da «todo» cuando lleva la camiseta del Barça. Pero no ha asegurado su renovación. Es difícil pensar que un solo error puntual contra el PSG ponga en peligro su futuro en el club. Pero el debate siempre está encendido en Can Barça.
